El cambio es ley… de empresa

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La selección natural es una fuerza siempre dispuesta a la acción.

 

Tal día como hoy, en 1809, nacía Charles Darwin en la casa conocida como The Mount. 50 años más tarde, el célebre naturalista británico publicaba su obra más importante, conocida como El origen de las especies; donde exponía su Teoría de la Evolución.

El contenido del libro recoge las vivencias del científico en su expedición a bordo del HMS Beagle; que posteriormente enriqueció con investigaciones y experimentos. La publicación de este trabajo supuso un auténtico shock en la sociedad de la época, pero (con necesarias modificaciones) sigue siendo la base de la biología actual.

Hoy, Día de Darwin, en el que las instituciones científicas de todo el mundo le rinden homenaje al precursor de la literatura científica, recordamos el contenido de su principal obra llevándola a nuestro terreno: el mundo de la empresa.

 

Como en lo personal, el cambio es lo único que permanece en lo profesional. En un mundo en constante evolución, con continuos cambios y competencia siempre feroz, el cambio no es una opción. El mercado obliga a las empresas a estar siempre alerta para pivotar, buscar nuevas oportunidades, mejorar sus procesos y en definitiva, moverse para no perder competitividad.

Uno de los cambios más relevantes que se puede llevar a cabo en una organización para seguir siendo competitiva, es la implantación de un nuevo ERP. Un nuevo sistema de gestión tiene un impacto tal y requiere de tanto esfuerzo, que puede afectar a todos y cada uno de los trabajadores de la empresa. Un proyecto de este calado debe tener muy en cuenta la gestión del cambio para evitar que se convierta en un mero gasto.

A la hora de abordar un proyecto ERP, debemos tener en cuenta las principales barreras a su implantación o utilización dentro de la organización. Podemos aglutinarlas en tres fundamentales:

 

1) El miedo a la tecnología.

En estos tiempos en los que la tecnología está en todas partes, aunque pueda parecer una contradicción, el miedo a la tecnología aún es visible. Es habitual en trabajadores veteranos que han trabajado durante largo tiempo con el sistema anterior o que no comprenden la necesidad de modificar algo que desde su punto de vista “funciona”.

 

La selección natural obra solamente mediante la conservación y acumulación de pequeñas modificaciones heredadas, provechosas todas al ser conservado.

 

Este miedo se puede aminorar en gran medida con la elección de un ERP que sea fácil de usar, con una experiencia de usuario bien cuidada y que se asemeje a otras herramientas con las que operan sin problema como las hojas de cálculo. Microsoft Dynamics NAV es un claro ejemplo de esto.

Mostrar cómo el producto hace “más con menos” en las tareas habituales de estos trabajadores, también puede resultar conveniente.

 

2) Rechazo al aumento de exigencia.

El proceso de implantación, generalmente, es un trabajo extra ya que hay que revisar los procesos, explicar al implantador cómo se trabaja y qué se necesita, etc. Además, aunque se deben controlar, se pueden producir paradas en la actividad habitual o pequeños fallos de operativa. Si a esto le sumamos que el nuevo ERP puede conllevar un mayor control de todas las tareas para disparar la productividad, se pueden encontrar reticencias a adoptar el cambio.

 

A esta conservación de las diferencias y variaciones individualmente favorables y la destrucción de las que son perjudiciales la he llamado yo selección natural o supervivencia de los más adecuados.

 

Una de las necesidades habituales de una empresa que quiere mejorar su sistema de gestión es la necesidad de cambiar procesos ineficientes y eliminar el trabajo sin valor añadido. Es fundamental que los usuarios comprendan cómo el ERP va a ayudarles en su trabajo, permitiéndoles suprimir tareas tediosas o mejorar el rendimiento de sus procesos clave.

Por otro lado, repartir la carga de trabajo entre distintos usuarios principales y usuarios finales es una buena práctica que evita que los trabajadores se “quemen” durante el proceso.

3) Tensiones internas.

Durante la fase de decisión pueden surgir fricciones entre departamentos y compañeros. De no atajarlas, se puede crear un malestar entre ciertas personas que les lleve a intentar sabotear el proceso. Por otro lado y aunque no es lo habitual, existe cierto temor a que el nuevo ERP elimine puestos de trabajo, lo cual pone a una parte de la empresa en contra de la mejora.

 

De la rápida progresión en que tienden a aumentar todos los seres orgánicos resulta inevitable una lucha por la existencia.

 

Obviamente, a veces no se puede pretender implicar a toda la organización en la toma de decisiones. Lo que sí se puede y debe hacer es tener en cuenta todos los departamentos; así como comunicar de manera transparente en qué consiste el proceso, por qué se inicia, qué se necesita y qué se pretende lograr.

Ante todo, la regla de oro es poner el interés general del conjunto de la empresa por encima de intereses individuales o de unos departamentos frente a otros.

 

Sabiendo que el cambio es inevitable, lo mejor es enfocar toda nuestra energía en facilitarlo y construir una mejor realidad, en vez de tratar de luchar contra él.