toma de decisiones

Malas decisiones: ¿por qué elegimos mal?

Etiquetas: Gestión

Tomar la decisión correcta es tan difícil como imprescindible para avanzar como es debido. Una mala decisión en la empresa, en un momento concreto y en cuestión de horas, puede dar al traste con días de trabajo. Las malas decisiones tomadas por la Dirección General han conseguido acabar con compañías líderes que parecían imbatibles.

Por eso es tan importante tomar una buena decisión cada vez que nos enfrentamos a un reto u oportunidad. Pero no sólo nos encontramos con la dificultad de elegir bien; también con la necesidad de tomar demasiadas decisiones sobre muchas cosas a lo largo del día. Por ello, una buena decisión no sólo es fruto de conocimiento y experiencia; sino también de la capacidad para “provocar” la decisión idónea.

A continuación desgranamos las principales causas por las que tomamos malas decisiones, para buscar el camino hacia la decisión correcta. Porque todo tiene un proceso, podemos tomar buenas decisiones con unos buenos hábitos para ello.

 

1) FATIGA

Se calcula que tomamos alrededor de 2.000 decisiones a la hora. Generalmente son pequeñas cuestiones como qué camisa me pongo o en qué asiento del metro me voy a sentar. Pero nadie tiene una energía mental ilimitada, por lo que esa gran cantidad de decisiones perjudican nuestra habilidad de tomarlas, haciendo que sea más difícil tomar una buena decisión en cuestiones de importancia.

Cómo evitarlo

  1. Identificar las decisiones importantes que se deben tomar, para tenerlas en lo alto de prioridades.
  2. Priorizar los momentos de mayor energía o planificar momentos relajados para pensar sobre ellas.
  3. Eliminar la toma de decisiones en cuestiones básicas (por ejemplo, con un calendario de ropa o desayunos para pensar en ello sólo una vez cada cierto tiempo).

 

2) DISTRACCIONES

Muchos vivimos en un estado permanente de distracción. Es muy difícil centrarse cuando estamos continuamente invadidos por mensajes, información, publicidad y llamadas de atención. De hecho, nuestro cerebro necesita procesar cinco veces más información ahora que a mediados de los años 80.

Cómo evitarlo

  1. Busca un tiempo cada día para la desconexión. Olvídate del móvil, las redes sociales, el email o las noticias y simplemente medita, pasea o relájate.
  2. Evita la multitarea. Es mejor centrarse en una sola cosa cada vez y terminarla antes de pasar a otra cosa.
  3. Prueba algún método de productividad que te ayude a centrarte en lo más importante en cada momento (por ejemplo, el Método GTD).

 

3) INFORMACIÓN

Muchas malas decisiones son provocadas por falta de información. De información buena, al menos; porque en los tiempos que corren la falta de información no es un problema. El problema es la sobreinformación.

Cómo evitarlo

  1. Separa lo relevante de lo anecdótico. No se necesitan muchos datos para evaluar una situación, sino los datos influyentes.
  2. En la empresa, utiliza herramientas que te ayuden a encontrar, depurar y analizar datos (por ejemplo, software de Business Intelligence o Business Analytics).
  3. Estructura los datos de distintas fuentes para tomar una decisión concreta: que sean accesibles, que se puedan comprender y revisar.

 

4) EMOCIONES

Las emociones, especialmente en momentos de alegría o enfado, pueden perjudicar nuestra capacidad para tomar decisiones. Porque las emociones pueden ser irracionales, que es lo contrario de una buena decisión.

Cómo evitarlo

  1. Practica el alejamiento cuando te encuentras en una situación emocionalmente extrema. No contestes un email en medio de un enfado y no hagas una llamada en plena euforia.
  2. Busca la manera de calmar las emociones cuando afrontes una tarea o debas tomar una decisión importante.
  3. Encuentra un equilibrio emocional a lo largo del día, aunque haya picos, ciertas actividades pueden ayudarte a regularlo (por ejemplo, la actividad física).

 

5) PARÁLISIS

No existe un límite de información a la que tenemos acceso ni de número de decisiones que se deben tomar. A más información o decisiones, lo normal es tardar más en resolver los conflictos. Y cuanto más tardamos, más información nos llega y más decisiones nos esperan.

Cómo evitarlo

  1. Ciertas cosas no requieren análisis detallados. Para las nimiedades o decisiones recurrentes, no malgastes tiempo ni busques más información.
  2. Recopila y revisa la información relevante que necesitas en cada momento; y pon una fecha límite para resolverla.
  3. ¿Debes tomar tu la decisión? Si no es así, delega.

 

Las decisiones que tomamos determinan nuestra realidad. Dictaminan qué información procesamos o ignoramos, contribuyen a nuestros niveles de energía y eficiencia, y moldean nuestras relaciones. Inevitablemente, todos tomamos malas decisiones cada día. Pero si no somos conscientes de las causas por las que lo hacemos y no seguimos los pasos para evitarlas, la decisión buena será cuestión de suerte. Así, estamos dejando que el impacto positivo, en nosotros y lo que nos rodea, será una cuestión de azar.