Fórmula 1 y análisis de datos

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Aparte del brillo y el glamour de los pilotos de carreras multimillonarios y el champán, la Fórmula 1 es un competitivo deporte consumido por los datos. Y es exactamente buscar el sentido a todos esos datos una de las partes críticas a las que se enfrentan los equipos de F1.

La analítica es un fundamento clave para entender cómo se comporta un bólido. Un coche de carreras a 250 km/h ejerce una presión importante en el chasis y en esas condiciones, el conocimiento de las características por parte del conductor debe llevar a una toma de decisiones correcta para ganar.

La Fórmula 1 es, a grandes rasgos, un gran juego de datos sobre el desarrollo del vehículo durante la temporada y fuera de ella. No en vano, la F1 es el principal espectáculo entre los deportes de motor; y por tanto, la oportunidad de los equipos y fabricantes de cimentar una legado.

La recompensa es alta también. Gran parte de los beneficios que se generan (en 2013 fueron 500 millones de dólares) va a parar a los equipos en competición, sin contar otras fuentes de ingresos como la publicidad o el merchandishing. Este rendimiento supone un incentivo suficiente para los pesos pesados de la F1 para gastar hasta 250 millones de libras cada temporada y estar así en los puestos que dan acceso a podio a lo largo de 19 carreras por todo el mundo.

 

¿Pero cómo se convierte un equipo de Fórmula 1 en el mejor?

 

Evidentemente, los fundamentos de un equipo exitoso son un equipo trabajando en sinergia y un coche rápido con un piloto capaz de extraer el mejor rendimiento de él.

En la búsqueda del pico de rendimiento, los automóviles maximizan el tiempo que pueden emplear en la pista siguiendo las reglas del deporte y las regulaciones previas al Gran Premio. Un auto comercial, por ejemplo, puede estar en producción en 5 o 7 años desde el dibujo. Un fórmula 1 puede hacerlo en unos cinco meses.

Para entender ese rendimiento, se requieren muchas métricas para que los ingenieros y los analistas de datos tengan una intuición de la velocidad del vehículo, la estabilidad, la aerodinámica, la degradación de los neumáticos en carrera… Cuestiones que se completan con programas de testeo y pruebas en la base de fabricación, el túnel del viento y un largo etcétera que muestran grandes cantidades de datos.

Equipos como McLaren funcionan con datos al completo y en la búsqueda de la perfección, tienen sus máquinas cubiertas con 150 sensores que monitorizan coche y piloto desde cualquier punto de vista. Estos sensores controlan estadísticas vitales como el desgaste de los frenos, la vida de los neumáticos y las biométricas del piloto. En una vuelta pueden trasmitir hasta 2GB de datos y en una carrera completa pueden superar los 3TB.

La otra cara de la moneda en este deporte es que no sólo se trata de interpretar la información analítica, sino que también se debe ser capaz de tomar decisiones estratégicas como equipo. Los equipos de Fórmula 1 a menudo desplazan a parte de su personal de gestión e ingeniería a cada circuito, quedando analistas y otros técnicos en la sede. Por tanto, la comunicación entre las dos localizaciones es fundamental y se debe posibilitar a todas las partes participar en la conversación.

Red Bull Racing recoge unos datos que son analizados continuamente en tiempo real durante el fin de semana de la carrera. El equipo confía la rapidez y seguridad del sistema de comunicaciones en una red de alta capacidad que conecta su disperso equipo y ayuda a colaborar tomar decisiones informadas.

 

Es la innovación la que hace este deporte tan apasionante. La Fórmula 1 ha asombrado durante años con figuras como Michael Schumacher o Lewis Hamilton, pero siempre se sustentan sobre la habilidad para estar a la cabeza de la innovación y el diseño, gracias al buen uso y manipulación de los datos que tienen a su alcance.

En esta era en la que la Fórmula 1 se sumerge en la más avanzada tecnología, sería interesante ver cómo el deporte puede generar audiencias más integradas con los datos en tiempo real. Por ejemplo, espectadores de televisión que pueden ver mapas de calor que muestren las partes de los vehículos que soportan más temperatura, como los frenos y el motor durante las carreras. O fanáticos que escuchen la radio entre el ingeniero y el piloto en directo de forma selectiva. O una aplicación móvil que ofrezca los datos recogidos por los equipos como indicadores de las decisiones que están tomando.

Con la habilidad de aprovechar el big data y la inteligencia, los equipos de élite pueden transmitir secretos comerciales a industrias como la farmacéutica o la financiera; como ha hecho McLaren con GlaxoSmithKline y KPMG. Los ingenios que han pasado por la tecnología de los coches de carreras se suelen trasladar a los coches que conducimos a diario, desde la eficiencia del combustible hasta la seguridad. Esto revela que el deporte está en pole position en términos de innovación tecnológica, especialmente en el trabajo con datos.

 


Adaptación a partir de la traducción de un texto de David Tran en Innovation Enterprise.